El pasado 20 de septiembre escribí un post optimista como continuación a otro, después de un juicio laboral que me dejó muy mal sabor, pero en el que finalmente la sentencia dio la razón supuestamente a l@s buen@s como os conté en aquel post “Keep the Faith”.

Lo que omití es que al día siguiente del juicio, la trabajadora comunicó a la empresa su baja laboral (en teoría por ansiedad).
No obstante, en ese momento entendí absolutamente tal situación, y por ello, el mismo día de la notificación de la sentencia (9 días después del juicio), la llamé extra-oficialmente para darle la buena noticia de que su demanda había sido estimada. Y por si tenía cualquier duda, transmitirle total tranquilidad y que desde ese momento su horario de trabajo era el que había solicitado para conciliar su vida laboral y familiar.

Hoy aterrizo de mis vacaciones navideñas con los buenos propósitos para el nuevo año, y todas las sensaciones de buen rollito que dejan estas fiestas que acabamos de pasar, y me encuentro con que casi 4 meses después de aquello, esta persona sigue de baja por un motivo que creo que ya no tiene justificación alguna.

Me cuesta decir esto, porque fue una apuesta personal y me la creí, con su problemática para cuidar a sus bebés y demás vicisitudes del día a día, pero viendo lo visto: ni los malos son tan malos, ni los buenos lo son tanto.