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Hoy estuve de “excursión” en varios organismos públicos, y aunque las esperas acaben desesperando (a pesar de ir con cita previa), y algún que otro contratiempo burocrático, finalmente me quedo con el punto positivo que me han aportado algunas de las personas con las que me he cruzado.
Una de esas personas con buena onda, ha sido una taxista con la que ya había coincidido en otra ocasión. Si me cruzo con personas que desprenden energía positiva me considero bastante cotorrita, así que hemos ido hablando todo el trayecto, charlando de los típicos problemillas del día a día, y la conclusión que saco es que la mayoría de las mujeres cada día somos más SuperWomen, y sin embargo parece que no debe ser suficiente, porque creo que son demasiados los casos en los que no se nos reconoce.
Un claro ejemplo lo tengo en el ámbito laboral, y para no herir sensibilidades generalizando, me refiero a lo que veo y sufro cada día, así como a las vivencias y experiencias de personas con las que por algún motivo acabo hablando e intercambiando opiniones. No obstante, no se trata sólo de mi opinión, sino que hay datos reales que hablan por sí mismos.
El pasado mes de febrero, con motivo del Día Internacional por la Igualdad Salarial, el sindicato UGT elaboró un Informe que me parece escalofriante, pero que viendo cómo está el panorama a mi alrededor, incluso creo que se queda corto con los porcentajes. Este informe concluía con que una mujer tendría que trabajar al año 82 días más que un hombre para poder percibir la misma retribución. Los datos en los que se basan, situan la diferencia salarial entre hombres y mujeres en una media del 22,55% (28,25% de diferencia en el sector privado, y 12,34% en el sector público).
No lo digo como feminista, porque las desigualdades no sólo afectan por razones de sexo, por lo que sí exigiría una Justicia, tal y como está definida en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. Es decir, si la Justicia es “Una de las cuatro virtudes cardinales, que inclina a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece”, ¿por qué cuando alguien realiza su trabajo igual -o mejor- que otr@ compañer@, por qué en tantísimas ocasiones se premia al vag@ o al pelot@, o al trep@, o simplemente al “hij@ de”…, y sin embargo al que se lo curra, es eficiente (y otras tantas virtudes), tiene prácticamente que dar las gracias por estar ahí!, que con la que está cayendo, están las cosas como para reivindicar nada!
Desafortunadamente, así es la cruda realidad de demasiadas personas, y como hoy por hoy es un hecho que “la Justicia” no es igual para todos, precisamente por eso, no creo que vayamos a tener un cambio radical de la noche a la mañana, pero lanzo esta reflexión personal porque en mi caso, intento ser consecuente y que cada día al menos mi entorno sea un poquito mejor, y si todos nos aplicáramos el cuento otro gallo nos cantaría…